La emergencia nacional. El momento que vivimos

Estamos un momento de profundas contradicciones. De infamias, injusticias, muerte, desolación y robo; pero también de resistencias, coraje, indignación, valor y alegría. Una situación en la que a pesar de tanta oscuridad, brilla tenuemente la esperanza de una posible acción colectiva que avance hacia la liberación de nuestra patria y de la humanidad. La Emergencia Nacional no solo es alarma o angustia, es también un llamado y una oportunidad para levantarnos, para emerger de entre los escombros en que nos ha sepultado la larga noche del neoliberalismo, y construir un mundo diferente.

La guerra que vivimos en México es una guerra terrorista del Estado contra los pueblos. Se trata de una guerra que va por la recolonización de nuestro país, por el control de nuestro territorio, de nuestras vidas y por el total desmantelamiento de su dimensión comunitaria.

Se trata de una guerra que avanza a partir de un desvío de poder por parte de un Estado criminal que es uno de las más cruentas expresiones y producto de los esfuerzos destructivos y genocidas dominantes por salir de la crisis estructural del sistema capitalista a nivel mundial profundizando ese sistema.

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El mal gobierno, las mafias criminales y económicas más ricas del país, el gobierno norteamericano y las compañías trasnacionales -todos ellos una ínfima minoría- nos están acabando. Las privatizaciones, el ataque a la educación pública, la militarización, la devastación ambiental, el saqueo de nuestros bienes naturales, la falta de democracia, las leyes injustas, el desmantelamiento de la nación, la pérdida de soberanía nacional y alimentaria, las iniciativas de reformas estructurales (laboral, energética, fiscal, de seguridad nacional, etc.), la persecución política, los miles de asesinatos, la desaparición y el desplazamiento forzados, la falta de acceso a la justicia, la desinformación, la construcción del miedo y la manipulación mediática son algunas de las expresiones más feroces de esta guerra. Nuestra soberanía nacional está en proceso de extinción. Las nuevas formas de colonialismo están liquidando toda posibilidad de desarrollo y actuación como nación independiente.

Esta guerra reciente se sostiene también con la violenta dominación que lleva más de 500 años y que ha prevalecido gracias a un complejo sistema de división y confrontación entre los pueblos. Hoy tratan de animalizarnos con el culto a la violencia, buscan hacernos insensibles; sembrado en nosotros la apatía, la pasividad, la renuncia al poder. Quieren liquidar nuestra capacidad de indignación. Nos han hecho avergonzarnos de nuestra identidad. Nos dominan en la vida cotidiana y en la alimentación. Nos han enfermado y nos han hecho adictos a sus productos y formas de consumo. Han conquistado nuestras mentes y sueños y con ello, han hecho de México la peor pesadilla del mundo hecha realidad.

Pero el momento que vivimos es también el momento en que más posibilidades tenemos para refundar el país desde los pueblos. Y creemos que la juventud es parte del sujeto que puede llevar acabo esa refundación. Porque en la juventud está inmersa no sólo la base biológica de la reproducción de la sociedad, sino las potencialidades de la refundación de la nación. En la afirmación de la juventud como sujeto de la refundación se juega el acumulado histórico de luchas de las generaciones pasadas, la posibilidad de afirmar una patria digna para las generaciones futuras, pero también de rescatar el pasado sobre la base del presente. En la juventud radica en el núcleo político básico posibilitador de la rebeldía y el alzamiento nacional. El núcleo fundamental de la patria, las fuerzas productivas humanas capaces de rehacer la personalidad histórica de los pueblos y asumir una acción política mayor: la refundación constituyente del país.

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