Frente a la Emergencia Nacional, nuestra postura y nuestro rumbo

Peleamos desde el pueblo por la refundación de nuestras tierras, es decir de nuestra nación. No la nación de los poderosos, sino la de las y los oprimidos, dominados y explotados. Dicha refundación requiere de un gran amor por “nuestra Madrecita la tierra, la que se dice patria”, como dijo un día nuestro general Zapata, porque sólo quien ama puede convertir la indignación en proyecto de cambio, en revolución. Aspiramos a que aquella palabra tantas veces prohibida tome lugar entre nosotros y nosotras.

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Ante el desastre, pero sobre todo ante la gran inconformidad que crece cada día más -como lo demuestran las protestas recientes- necesitamos articular esos elementos que empiezan a brotar, con aquellos elementos acumulados por los movimientos sociales en las últimas peleas y los elementos inéditos de dirección, para que así logremos organizar a las grandes mayorías.

Somos una mayoría que aún no se sabe ni actúa como tal. Una mayoría atomizada, rota. La pasividad e incapacidad para constituirnos como una mayoría organizada y rebelde ha permitido el desastre actual. Para cambiar esto necesitamos juntarnos. Sólo si nos asumimos como sujetos de nuestra propia historia y si nos planteamos romper con la lógica de reproducción y perpetuación del estado de cosas existente podremos hacerlo.

Confiamos en que  las resistencias que hoy brotan y se expanden, demuestran  que la rebeldía, el coraje y la indignación se están generalizando y que constituyen ellas, junto a las profundas raíces de nuestros pueblos, el acumulado de fuerzas capaz de vencer.

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