Reunidos en la ciudad de Maricá em Rio de Janeiro – Brasil, entre los días 21 a 25 de junio de 2016, nosotros, jóvenes luchadores de más de 115 organizaciones, realizamos el Encuentro Internacional de la Juventud en Lucha en el que #JEN contribuyo:
Desafíos de las las juventudes en el mundo hoy
Preliminar
No existen las y los jóvenes en general, podemos hablar de varias juventudes en tanto que son expresiones de clase, de raza o etnia, de género, de contexto rural o urbano y de la misma crisis que hoy enfrentamos. Existen jóvenes viviendo en una multiplicidad de sectores. El año pasado se decía que “no somos un rango etario como lo definen organismos internacionales”, es criticable ese concepto desde la explotación, enajenación, dominación y opresión en que vivimos y reproducimos.
Lo más peligroso es que la juventud asuma y defienda las formas más salvajes de la dominación como son el exterminio y el fascismo. Es latente el riesgo de convertirnos, una vez más, en instrumento para hacer la guerra y matar a nuestros iguales para servir a un sistema que está contra de nosotros, como ya se ha dicho aquí que sucede en algunos países donde son las juventudes quienes forman parte del aparato represor y paramilitar del Estado.
Nuestros desafíos parten de la comprensión de que el capitalismo está enfrentando una crisis y que en ella se está jugando prácticamente toda la vida sobre la tierra. Hay proyectos de salida que se nos presentan: una es la propia reformulación del capitalismo, como una una salida negociada con tintes de neokeynesianismo; la anticapitalista es otra posible salida, esa es la nuestra. Enfrentamos a un capitalismo maduro, un capitalismo imperialista dueño de una capacidad totalitaria, posiblemente ya está listo para ser liquidado, mientras tanto hoy está maduro y sólo caerá si lo hacemos caer.
Desafíos
Lograr la disputa por la representación de las juventudes. Lograr que quienes luchamos logremos vincularnos con los que aún no lo hacen, dejando de aparecer como pequeños grupos o falanges aisladas de las grandes mayorías. Disputárselas al capitalismo, ganarnos a las juventudes contribuyendo a que sean rebeldes, a que reconozcan su identidad como explotados, dominados y oprimidos y luchen por acabar con esto. Es necesario dar esa disputa cultural e ideológica también. No podemos pelear contra el capitalismo con las mismas armas que fragmentan a la juventud, que niegan su dimensión comunitaria y apelan a las juventudes como un estadio carente de proyecto incapaz de dirigir, decidir y de actuar por si mismas. No llamarla a una identidad abstracta, sino desde sus realidades y condiciones, no plantearla tampoco como por fuera de sus sociedades ni llamarla a proyectos que la aíslen de quienes no son jóvenes, sino trazar con la clase y sus diversas realidades étnicas y nacionales proyectos políticos muy amplios. El reto aquí es cómo, con qué discurso, con qué instrumento, con qué proyecto…
Hacer estallar la rebeldía y encaminarla a poner en el centro la lucha política, que debería estar presente en cada una de nuestras luchas. Ubicar como el objetivo principal luchar por expropiar todo el poder. Al mismo tiempo, hacer que el poder camine junto al proyecto, que sea el proyecto -colectivo, amplio y consecuente con la oposición y la diferencia al capitalismo- el que esté por encima del poder, puesto que hablamos de un poder comunitario.
Comprender que la organización y la política son indispensables, y a partir de esa comprensión y la actuación consecuente inventar nuevas formas revolucionarias eficaces de hacer política.
Arrebatarle la iniciativa al capitalismo. Romper el horizonte que impone a que todos pensemos que su decadencia es la única salida. Desatar la utopía no cómo un más allá, ni un sueño que nos ayuda a caminar, sino como la sociedad necesaria y posible que tenemos que construir y conquistar pronto, porque lo que está en juego hoy es la posible aniquilación de la humanidad y las salidas genocidas. Debemos demostrar que la esperanza y la utopía están en juego hoy y que no son imposibles de alcanzar, pero que si no hacemos emprendemos un movimiento amplio, masivo y radical estás nunca vendrán. El reto es aquí cómo hacemos que nuestras organizaciones sean el reflejo del mundo que queremos construir.
Entender al juvenicidio como un crimen de Estado y por tanto frenarlo. Comprender el rol de la juventud en la crisis y crear una o múltiples salidas revolucionarias en las que la ética sea un componente esencial. Las salidas revolucionarias deben enfrentarse necesariamente contra el imperialismo, el colonialismo, el neocolonialismo y el patriarcado.
Romper con el patriarcado y el racismo al mismo tiempo que los ubicamos y actuamos contra ellos en su compleja relación con la enajenación. Poner también en el centro la crítica a la propiedad privada, a la división entre el trabajo manual e intelectual, a la hostil relación entre los humanos y la naturaleza. Comprender la revolución como un el movimiento histórico por la desenajenación.
Gestar un nuevo proyecto amplio. Inmediato y de largo plazo. Nacional e internacional. Tenemos que ser capaces desatar todas las capacidades creativas de las juventudes y hacer que ellas mismas se enfrenten contra el capitalismo y realicen desde ya forma de vida opuestas y diferentes. Para esto es necesario comprender profundamente qué es el sistema capitalista, sus formas, instrumentos, su criminalidad, las formas en que puede mutar y plantear siempre proyectos que parecen ir más allá de él, pero tan sólo son una vuelta de tuerca a su sostenimiento.
Tejer alianzas con todos los que luchan. No aislarnos ni ser puristas. La sociedad siempre se mueve en formas más complejas que nuestras creencias e ideas. Tenemos que ser capaces de actuar y arriesgarnos a articularnos no sólo con los iguales, a hacer alianzas y disputar siempre siendo consecuentes con nuestro proyecto.
Ser capaces de comprender las diversidades como una riqueza, no como un defecto. Desde esa comprensión articular las distintas respuestas que se plantea la juventud a problemas económicos, a su afirmación de la sexualidad, las luchas que se dan por las tecnologías y la información, el medio ambiente, etc. Hoy las formas de intentar oponerse a la dominación se han multiplicado y diversificad como nunca antes en la historia, tenemos que ser creativos, articularlas potenciándolas en su diversidad, contribuyendo a su radicalización y su unidad en contra del capital en las formas concretas que esa lucha asume como luchas por la paz, la defensa de la naturaleza, procesos constituyentes, luchas de liberación nacional y de resistencia.
Desatar coordinaciones complejas, y muy particularmente en este caso, coordinaciones internacionales que vayan más allá de las experiencias previas, no por desechar lo que ya se ha construido, sino porque necesitamos ir más allá de lo que hemos hecho para poder vencer. Apelar a la creatividad de nuestras formas de hacer política.
Nuestra postura ante la vida es la militancia, la entrega por hacer la revolución. La difícil situación que vivimos requiere de definir una actitud frente a la vida que trasciende lo individual sin negarlo, que llama a plantear una finalidad consciente. Creemos que la militancia debe de transformar no sólo la realidad del mundo que nos rodea, sino la conformación interna de cada una de nuestras personas. Militar es para nosotros entregarse para poder ser libremente a un proyecto de transformación de la sociedad. No hay nada más radical y amoroso como propuesta de vida que dedicarse de lleno a la revolución. Aunque no lo sintamos, seguimos replicando muchas formas del sistema al cual buscamos afrontar y cambiar, nuestro andar nos debe transformar como personas y comunidades. No despreciar el estudio y hacerlo que camine junto a la práctica revolucionaria, comprender la importancia del trabajo intelectual .
Recuperar y potenciar la solidaridad y el internacionalismo. Sin ellos no podemos triunfar. Darle un lugar histórico concreto a la utopía y poner en el centro que vamos a triunfar, como diría Neruda “nosotros los más sencillos ganaremos, aunque tú no lo creas ganaremos…”