Nuestros desafíos

Lograr la disputa por la representación de las juventudes. Lograr que quienes luchamos logremos vincularnos con los que aún no lo hacen, dejando de aparecer como pequeños grupos o falanges aisladas de las grandes mayorías. Disputárselas al capitalismo, ganarnos a las juventudes contribuyendo a que sean rebeldes, a que reconozcan su identidad como explotados, dominados y oprimidos y luchen por acabar con esto.

Hacer estallar la rebeldía y encaminarla a poner en el centro la lucha política, que debería estar presente en cada una de nuestras luchas. Ubicar como el objetivo principal luchar por expropiar todo el poder. Al mismo tiempo, hacer que el poder camine junto al proyecto, que sea el proyecto -colectivo, amplio y consecuente con la oposición y la diferencia al capitalismo- el que esté por encima del poder, puesto que hablamos de un poder comunitario.

Comprender que la organización y la política son indispensables, y a partir de esa comprensión y la actuación consecuente inventar nuevas formas revolucionarias eficaces de hacer política. Arrebatarle la iniciativa al capitalismo. Romper el horizonte que impone a que todos pensemos que su decadencia es la única salida. Desatar la utopía no como un más allá, ni un sueño que nos ayuda a caminar, sino como la sociedad necesaria y posible que tenemos que construir y conquistar pronto, porque lo que está en juego hoy es la posible aniquilación de la humanidad y las salidas genocidas. Debemos demostrar que la esperanza y la utopía están en juego hoy y que no son imposibles de alcanzar, pero que si no hacemos emprendemos un movimiento amplio, masivo y radical estás nunca vendrán. El reto es aquí cómo hacemos que nuestras organizaciones sean el reflejo del mundo que queremos construir.

Romper con el patriarcado y el racismo al mismo tiempo que los ubicamos y actuamos contra ellos en su compleja relación con la enajenación. Poner también en el centro la crítica a la propiedad privada, a la división entre el trabajo manual e intelectual, a la hostil relación entre los humanos y la naturaleza. Comprender la revolución como un el movimiento histórico por la desenajenación.

Gestar un nuevo proyecto amplio. Inmediato y de largo plazo. Nacional e internacional. Tenemos que ser capaces desatar todas las capacidades creativas de las juventudes y hacer que ellas mismas se enfrenten contra el capitalismo y realicen desde ya forma de vida opuestas y diferentes. Para esto es necesario comprender profundamente qué es el sistema capitalista, sus formas, instrumentos, su criminalidad, las formas en que puede mutar y plantear siempre proyectos que parecen ir más allá de él, pero tan sólo son una vuelta de tuerca a su sostenimiento.

Tejer alianzas con todos los que luchan. No aislarnos ni ser puristas. La sociedad siempre se mueve en formas más complejas que nuestras creencias e ideas. Tenemos que ser capaces de actuar y arriesgarnos a articularnos no sólo con los iguales, a hacer alianzas y disputar siempre siendo consecuentes con nuestro proyecto.

Ser capaces de comprender las diversidades como una riqueza, no como un defecto. Desde esa comprensión articular las distintas respuestas que se plantea la juventud a problemas económicos, a su afirmación de la sexualidad, las luchas que se dan por las tecnologías y la información, el medio ambiente, etc. Hoy las formas de intentar oponerse a la dominación se han multiplicado y diversificado como nunca antes en la historia, tenemos que ser creativos, articularlas potenciándolas en su diversidad, contribuyendo a su radicalización y su unidad en contra del capital en las formas concretas que esa lucha asume como luchas por la paz, la defensa de la naturaleza, procesos constituyentes, luchas de liberación nacional y de resistencia.

Nuestra postura ante la vida es la militancia, la entrega por hacer la revolución. La difícil situación que vivimos requiere de definir una actitud frente a la vida que trasciende lo individual sin negarlo, que llama a plantear una finalidad consciente. Creemos que la militancia debe de transformar no sólo la realidad del mundo que nos rodea, sino la conformación interna de cada una de nuestras personas. Militar es para nosotros entregarse para poder ser libremente a un proyecto de transformación de la sociedad. No hay nada más radical y amoroso como propuesta de vida que dedicarse de lleno a la revolución. Aunque no lo sintamos, seguimos replicando muchas formas del sistema al cual buscamos afrontar y cambiar, nuestro andar nos debe transformar como personas y comunidades. No despreciar el estudio y hacerlo que camine junto a la práctica revolucionaria, comprender la importancia del trabajo intelectual .

Recuperar y potenciar la solidaridad y el internacionalismo. Sin ellos no podemos triunfar. Darle un lugar histórico concreto a la utopía y poner en el centro que vamos a triunfar, como diría Neruda “nosotros los más sencillos ganaremos, aunque tú no lo creas ganaremos…”

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