Las resistencias y alternativas desde los pueblos

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Es criminal quien promueve en un país la guerra que se le puede evitar; y quien deja de promover la guerra inevitable. Es criminal quien ve ir al país a un conflicto que la provocación fomenta y la desesperación favorece, y no prepara, o ayuda a preparar, el país para el conflicto. Y el crimen es mayor cuando se conoce, por la experiencia previa, que el desorden de la preparación puede acarrear la derrota del patriotismo más glorioso, o poner en la patria triunfante los gérmenes de su disolución definitiva. El que no ayuda hoy a preparar la guerra, ayuda ya a disolver el país.

José Martí

Gana el que conquista el centro. Desde ahí se dominan todas las

posibilidades, y no tiene sentido que el adversario se empeñe en seguir jugando.

Pero el centro podría estar en una casilla lateral, o fuera del tablero.

Julio Cortázar

A simple vista, tras los hechos violentos de Iguala, el país cambió. En cuestión de días, del reclamo por la aparición con vida de los 43 estudiantes desaparecidos, se pasó al repudio generalizado en contra del gobierno. La movilización apareció como algo inusitado, producto propio de la espontaneidad de la gente. Se ocultaba, o al menos no se alcanzaba a percibir, que las demandas y consignas expresaban distintas posiciones políticas en pugna. Por un lado, los grupos antagónicos al gobierno se esforzaban por conducir el proceso hacia su proyecto específico. Y por otro, sectores afines al mismo, incidían en la protesta, apostando a conducir la inconformidad hacia la reformulación del régimen. Tampoco se alcanzaba a percibir que las protestas actuales tienen su raíz en un profundo proceso de resistencias, derrotas populares y pugnas entre los grupos de poder; que en suma son el resultado de una crisis general que atraviesa el país y por ende, empieza a generalizarse la idea de que sólo una transformación profunda podrá detener el rumbo del mundo.

Nos enfocamos aquí en las posiciones de los grupos antagónicos al Estado, tratando de caracterizar la radicalidad de sus propuestas, los alcances de sus demandas y las diferencias de fondo que tienen los distintos proyectos de cambio que hoy se han puesto sobre la mesa. Se trata de un ejercicio de debate, no de un esfuerzo neutral, sino que toma partido del lado de los anhelos de liberación más profundos del pueblo, que dominados por siglos, hoy intentan rehacer este pedazo de tierra que nombramos México.

IV. Las protestas

Tras lo sucesos de Iguala, sectores amplios de la izquierda condenaron al gobierno, al mismo tiempo que caían en la trampa del discurso montado por el mismo Estado. Incapaces de comprender lo que se estaba jugando, envueltos en dogmatismos y en una profunda interiorización de la legalidad capitalista, no comprendieron que los sucesos venían de un plan mayor. Al señalar como culpables a la delincuencia, a la colusión entre el PRD, Morena y los Guerreros Unidos o condenar a las administraciones municipales, fortalecían la lectura que quiso dar el gobierno: un conflicto entre narcos que derivó, por confusión, en el asesinato de los estudiantes; una delincuencia que se instauró por la corrupción de la izquierda y por la participación de los gobiernos y policías municipales. Así, grupos armados le declaraban la guerra a Nueva Izquierda y a los Guerreros Unidos; mientras las organizaciones de Derechos Humanos hablaban tan sólo de una crisis de las policías municipales y aconsejaban no “exagerar” en demandas políticas para poder negociar con el gobierno una salida al conflicto.

El tiempo demostraría que estas posiciones ignoraban que al centrar el conflicto en el crimen organizado y la “izquierda” se evadía la responsabilidad del Estado, siendo el Ejército y Peña Nieto sus principales actores. Que centrarse en el crimen y la crisis de las organizaciones policiales sólo fortalecía a la militarización del país, a la creación de un virreinato a la michoacana y a la centralización del mando oligárquico. No llegaron a comprender que la presentación de los estudiantes era innegociable; y que los márgenes de diálogo con el gobierno eran tan estrechos, que desde el Estado (mafioso y terrorista) la única salida posible era la de avanzar más en la implementación de una dictadura cívico militar.

La movilización de millones de personas barrió -afortunadamente- esas posiciones. El reclamo se expresó con tres consignas principales ¡Vivos se los llevaron… Vivos los queremos! ¡Fue el Estado! y ¡Fuera Peña! Pero estas consignas no venían de la nada, expresaban procesos y tensiones de las fuerzas sociales antagónicas que salieron a pelear.

¡Vivos se los llevaron… Vivos los queremos! resulta del triunfo de la memoria de la lucha contra la desaparición forzada durante la Guerra Sucia en México. También es un punto de encuentro con las luchas de resistencia a las dictaduras en el Cono Sur, significativas en México por los miles de exiliados que fueron acogidos en nuestro país.

¡Fue el Estado! Surgió de la sagacidad de las organizaciones de Derechos Humanos al ceder ante un reclamo que ya no se podía ocultar. Sobre esta consigna se generaron diversas posturas. Por una parte estaban aquellos que sostenían que se trataba de un crimen de Estado en su conjunto1. Para otros, esto es exagerado, una demanda local o izquierdista, que además no ayuda a la negociación con el mismo. Estos grupos creyeron que a final de cuentas no necesariamente se trataba de un crimen de Estado, sino de algunos funcionarios.2 Aunque parezca un juego de palabras, negar al Estado como criminal proviene de una visión liberal que permea a muchos sectores de la izquierda en el país, que consciente o inconscientemente, se esfuerzan por minimizar la criminalidad del Estado, como sucedió con la masacre de Tlatelolco.

¡Fuera Peña! Fue el resultado del reclamo social que desde hace unos años trasciende lo reivindicativo de las últimas luchas sociales y pone en el centro del conflicto la lucha por el gobierno y el poder. Las luchas contra el fraude de 2006 no tenían como principal objetivo la defensa de un candidato; el reclamo del MPJD no era sólo en solidaridad con los familiares de los desaparecidos y asesinados; la lucha del #YoSoy132 no era por los medios de comunicación, ni por los casi 16 millones de votos por López Obrador. En todos estos casos subyace un posicionamiento contra el gobierno, contra el que en su momento fuera decretado como presidente por el poder imperial, mediático y oligárquico. Sin embargo, ninguno de estos movimientos ha alcanzado a cobijar esta demanda. Por otro lado, ¡Fuera Peña! expresa también las pugnas interoligárquicas y la postura de sectores que empiezan a ver muy costoso mantener a este personaje en el poder (como se expuso en el número anterior).

Más allá de los motivos y orígenes de las tres grandes consignas, millones de personas han puesto en el centro que se requiere un cambio mayor en el país. Si bien para algunos una transformación así aún se percibe difícil, la inconformidad expresada por actores sociales que no solían movilizarse contra el régimen y, por ende, la creciente masividad de las protestas, dan señales de que un cambio profundo es posible.

V. Alternativas

El “Fuera Peña” en unas cuantas semanas puso en el centro del debate político: 1) la lucha contra el régimen; 2) Que más allá de las ideologías, sólo se puede salir de la crisis desplazando al sector dominante del gobierno y del poder; 3) asumiendo los puntos anteriores, se requiere de una estrategia para echarlos del gobierno y 4) éste se debe suplir con otra estructura.

Antes de explicitar las posiciones que se delimitan hoy sobre estos temas, vale la pena señalar que existe también otra posición que no plantea cuestionar al régimen, sino realizar cambios a través de políticas públicas. Aunque por adaptarse a la lógica de la dominación, estas últimas parecen marginales, se pueden recuperar fácilmente y con ello eliminar la posibilidad de realización de alguna de las otras propuestas. Cuando hablamos de estas posiciones conciliadoras, nos estamos refiriendo a un trípode que aunque a veces antagónico, va en ese mismo sentido, a saber:

I.I Las organizaciones de derechos humanos. Partiendo de Ayotzinapa exigen reformas al aparato de justicia y hacen una valiosa denuncia a nivel internacional. Aunque ahora han perdido el peso que tenían en los primeros días, dado que no plantean romper con la hegemonía, su posición tiene más posibilidades de sostenerse, recuperarse y ante nuevos escenarios de violencia estatal, su peso puede crecer.

I.II Partidos políticos (MORENA, PT y PRD). Hoy no aparecen como una opción que aglutine la inconformidad social. Condenados por su relación con el alcalde de Iguala, la imposición de candidatos y las posiciones políticas de tácito o abierto respaldo a EPN, (sobre todo el PRD) han hundido más sus posibilidades de representar una opción de cambio, además porque ninguna de ellas se lo plantea así. Aunque hoy están sumamente débiles, ellos mismos asumen que votar por ellos es un tema en el que se juega el destino del país.3 Sus propuestas pueden cobrar mayor peso mientras la inercia de la política tradicional se sostenga en amplios sectores de la población y en caso de que las otras propuestas no avancen. Hasta ahora, el personaje que tiene mayores posibilidades desde la izquierda electoral para ser el candidato a la presidencia es López Obrador aunque sus posibilidades de triunfo son limitadas. Es evidente el desgaste experimentado tanto por su persona, como por el partido político al que representa, debido a su cercanía con Lázaro Mazón, aliado cercano al ex Alcalde de Iguala.

I.III Las organizaciones reivindicativas.4 No plantean iniciativas generales, plantean sólo atender cierto tipo de demandas. Aunque son críticas del régimen, al no poner en el centro la disputa por el gobierno, asumen que el cumplimiento de sus demandas sólo podrá resolverse desde el diálogo con éste. En días cercanos a la “apertura de ventanillas” en las dependencias de gobierno, hicieron gala de su capacidad de movilización sumándose a las Jornadas por Ayotzinapa, pero no trascienden el calendario de negociación estatal. Como las dos señaladas previamente, constituyen en su conjunto una “alternativa” para que desde los sectores “críticos”, la dominación encuentre un vehículo de salida de la crisis con una oposición permanente que ayude a regular la convivencia social.

Es importante señalar que no condenamos la existencia de grupos de derechos humanos, tampoco condenamos la figura de partidos políticos ni a las organizaciones reivindicativas. En muchos casos son necesarias y dependiendo de las coyunturas pueden tener un rol de primer orden. Pero lo que decimos aquí es que para el tamaño de la crisis, para enfrentar la ocupación neo colonial del país, no son una opción.

Más allá de las posiciones antes señaladas, la disputa por la construcción de una alternativa trascendente se juega entre cuatro distintos proyectos. Resulta necesario explicitar sus diferencias en tanto proyectos, estrategias y alcance de estos. Si bien en un momento tan álgido como el presente éstas pueden cambiar de nombre, presentarse de otras maneras e inclusive, rearmarse con la participación de sectores que ahora no están integrados, consideramos que más allá de quienes hoy las componen, estos cuatro proyectos expresan procesos complejos, profundos y de larga data que sintetizan -desde distintas posiciones, ideas e intereses- caminos diversos que han tomado los pueblos de México.

I. La del Izquierdismo-foquismo. Plantea una insurrección armada que derroque al gobierno e instaure el socialismo. En el centro de las contradicciones que le dan cuerpo al momento que plantean superar, ponen la disputa entre los trabajadores y los capitalistas como expresión de la contradicción trabajo-capital. Por ello el sujeto de cambio es el proletariado y los campesinos pobres, los únicos con los cuáles pueden hacer alianzas. Más allá de éstos, otras expresiones de inconformidad de las capas medias o de sectores de la pequeña burguesía tienen que ser neutralizados, por su potencial carácter contra revolucionario. El tipo de cambio que plantean es una revolución socialista a la cual se arriba a través de un salto. Su estrategia se basa en la agitación política, en la enunciación de las consignas pertinentes que, como proceso de inducción de conciencia, lleva el grupo más avanzado a las amplias masas proletarias; las cuales, al ser educadas en la ideología proletaria, acudirán al llamado revolucionario. En un primer momento llevarán a cabo ensayos de paros cívicos y combates callejeros; para después realizar un ataque militar de un pequeño grupo en un lugar específico (foco) que culminará en una gran Huelga Política General. Esta Huelga, acompañada de acciones armadas, lograría el derrocamiento del gobierno, para posteriormente conformar una Asamblea Provisional Revolucionaria y finalmente, proclamar una Constituyente de carácter socialista. Su visión de nueva sociedad tiene un marcado carácter estatista, así como la lucha que lleva a la nueva sociedad es comandada por una elite de un partido, la dirección de la nueva sociedad recaería también en un reducido grupo de los cuadros más preparados.

Esta postura es asumida por una serie de grupos que enlistamos a continuación, pero que sobre todo se expresa -muchas veces de modo no explícito y minoritario- en la Asamblea Nacional Popular:

II.I Guerrillas regionales. Tienen capacidad reducida de combate y leve incidencia en comunidades de Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Chiapas y Veracruz (principalmente). En especial el Ejército Popular Revolucionario (EPR), el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP).

II.II Organizaciones Marxistas-Leninistas. La mayoría de estas se agrupan en el Foro de Izquierda Proletaria. También en el Frente Oriente del DF. Con un despliegue mayor que las anteriores en cuanto a presencia de grupos, su trabajo es reducido y sin capacidad de choque efectivo, sus acciones se reducen a leves escaramuzas con la policía en las que aprovechan las movilizaciones masivas para potenciar su limitada fuerza.

II. La del Zapatismo. Aunque afirma no plantear una propuesta general, con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona insistieron en una propuesta de salto hacia una sociedad no capitalista. Ubican como tema central agrupar a todxs los que se opongan al capital. El sujeto que plantean pone énfasis en lo indígena y en las fuerzas de trabajadores proletarios (les llaman de a pié). No plantean una constituyente y niegan que se trate de un proceso revolucionario, sin embargo, insisten en un tipo de sociedad nueva, de la que los Caracoles son su expresión más acabada. Para arribar a ella se necesita de la unidad de los de abajo (proletarios y otrxs muy otrxs) en choque frontal con los de arriba. No se plantea un proceso de lucha general y se renuncia a la dimensión nacional de la lucha, para insistir en una articulación internacional de los anticapitalistas. Con una fuerza principalmente en la Selva Lacandona y Los Altos de Chiapas, tienen incidencia sobre grupos reducidos y aislados en casi todo el país. Su propuesta insiste en la confrontación directa.

III. Constituyente Ciudadana y Popular. Se trata de un proceso que de modo explícito plantea la lucha por el gobierno y el poder como un paso mínimo para la refundación nacional (desde una concepción plurinacional) a través de un proceso Constituyente. Pone en el centro de las contradicciones la pugna nación-antinación, sin negar la contradicción capital-trabajo, pero sin ponerla en el centro. Por ende, el sujeto de su proceso son las clases nacionales (indígenas, indígenas mestizos, trabajadores, capas medias). Al poner como punto de inicio y llegada la conformación de una Constituyente y su expresión en una nueva Constitución, pretenden la conformación de un sujeto comunitario (conformado por las clases nacionales) que, a través de la construcción paralela de poderes emanados de la ciudadanía y las comunidades, vayan generando un alzamiento masivo. Su estrategia de lucha apela a neutralizar la capacidad militar del Estado a través de la saturación, esto es, de que el proyecto sea asumido por millones de personas en un territorio sumamente amplio, que haga ineficaz la violencia estatal. Por ende, insisten en la resistencia civil y pacífica como parte de la construcción. Parte desde ahora con la creación de poderes ciudadanos, comunitarios y sociales que desde las bases avanzan en el control de sus territorios en disputa con los proyectos invasores. Su propuesta de transformación social se identifica en las propuestas de revolución democrática y de liberación nacional. La nueva sociedad que aspira a construir pone en el centro, en contraposición con las visiones estatistas, tanto una vía como una construcción comunitaria de sociedad. Por ello, plantea como base la transformación de las estructuras de poder y la superación de las formas de dominación neocolonial tanto en las estructuras sociales macro como en la vida cotidiana.

Hasta hace poco subestimada, aparece -a primera vista- como un proceso nuevo. Si bien la propuesta contiene elementos novedosos, viene de un proceso largo de esfuerzos múltiples por conformar un bloque opositor que dispute la conducción de la sociedad a los sectores dominantes.

Por ende, a menos de un año de plantearse ya es un proyecto con despliegue en casi todo el país (28 estados). Lo componen principalmente fuerzas del movimiento social, sindical e indígena que se han caracterizado por mover miles de personas -a veces millones- en sus territorios, en las peleas de los últimos 20 años. Pero recientemente también se han sumado artistas, intelectuales, pequeños empresarios, grupos de base de distintas iglesias, grupos ciudadanos, grupos de mujeres, entre muchos otros. Una de sus fortalezas hoy es su representación ética y el peso de la figura que convocó a su conformación, el obispo de Saltillo Fray Raúl Vera López.

IV. La del Frente Amplio Social, que encabeza la Unión Nacional de Trabajadores y desde ella Francisco Hernández Juárez, líder del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana. Su idea de transformación social no es explícita. A primera vista parece ambigua por su composición, ya que la nutren grupos con discursos radicales y sindicatos y organismos civiles que suelen tener una buena relación con el gobierno. La presencia de grupos “radicales” es utilizada por Hernández Juárez para competir con los otros proyectos y usar como medida de presión para concretar acuerdos con el gobierno Federal. Principalmente se movilizan en las grandes coyunturas y en la movilización por el campo el 31 de enero. El sujeto que plantean es uno amplio, de trabajadores, empresarios pequeños y medianos, aunque hasta el mismo patrón de los telefonistas (Slim) puede tener cabida. El centro de sus planteamientos busca una redistribución de la riqueza menos inequitativa y hacer que el Estado recupere su carácter social. Su posición encaja en lo que tradicionalmente se llama social democracia. Su visión de nueva sociedad no dista mucho de la actual, más que en reducir las expresiones más violentas del neoliberalismo. Tienen un despliegue amplio en tanto su mayor fortaleza viene de los sindicatos nacionales y de algunas centrales campesinas, como la Central Campesina Cardenista, que es la organización campesina no afiliada al PRI que más dinero recibe del gobierno federal en proyectos. Su capacidad y disposición de pelea es limitada y reducida.

En suma, la presentación de las cuatro alternativas es una especie de ejercicio radiográfico para esclarecer cuáles son las propuestas de transformación desde los actores concretos del movimiento social en México. Sus propuestas no brotan de la nada. Vienen de procesos de mucho tiempo atrás. Son una forma de expresión de distintas tendencias y esfuerzos a través de los cuales los dominados, oprimidos y explotados de todos los tiempos han proyectado el camino y el arribo a una sociedad nueva. Son las vías para la liberación que -con todos los matices y características específicas de cada propuesta- a fin de cuentas, se condensan en dos: la vía comunal y la vía estatista. La primera se concentra en una construcción de base, en la que la nueva comunidad-estado se configura como una asociación libre en la que el individuo y la comunidad pueden realizarse plenamente. La segunda centra el poder de transformación en el aparato estatal; en ella la comunidad está por encima del individuo y, al mismo tiempo, el Estado se halla por encima de la comunidad. En el siguiente cuadro tratamos de hacer explícitas las diferencias entre las dos vías:

Vía Comunal  Estatista
Sujeto de la transformación Clases nacionales (capas medias, trabajadores, indígenas). Lo conduce el mismo sujeto en su construcción comunitaria. Obrero-Campesino. Es conducido por una comandancia-partido.
Formas de lucha Resistencia civil y pacífica. No niega el enfrentamiento armado, pero no lo pone en el centro. Busca ganar a través de la fuerza masiva, que satura y hace ineficaz la fuerza del rival. El centro está en la lucha armada. Esta comienza desde un pequeño grupo que desata una insurreción generalizada (foco) en choque frontal con las fuerzas opositoras.
Centro de contradicciones que plantea superar Distingue al menos tres tipos de contradicciones: las principales (a enfrentar en ese momento) la de fuerzas nacionales contra las antinacionales y la de la Nación frente al Imperialismo. Las secundarias, que tendrá que resolver en otro momento, diferirlas y/o dejar que la resolución de las principales las vaya definiendo.Y la contradicción fundamental, la del Capital frente al Trabajo, producto de la apropiación privada de la riqueza social, es la base de todas las demás contradicciones que busca superar a través de un proceso de resolución de las primarias y secundarias. La contradicción única que se enfrenta de modo ininterrumpido y desde una dimensión internacional es la de capital-trabajo. La resolución de otras contradicciones se halla subordinada en cualquier momento de la lucha a la solución máxima de esta.
Tipo de transformación Una revolución democrático-popular o de liberación nacional como parte del proceso de emancipación humana-comunitaria. Salto inmediato hacia un estado de tipo socialista.
Cómo se conciben una constituyente Como un proceso de alzamiento generalizado, de conformación de un sujeto. No tiene un enfoque restrictivo de lo jurídico. Tras la huelga nacional, se nombra una asamblea provisional revolucionaria que emite un nuevo constituyente.
Tipo de unidad a la que llama De la sociedad civil y los pueblos Unidad de los grupos de izquierda revolucionaria
Visión de nueva sociedad  Comunal  Estatista

Si una de estas posiciones (que también puede ser una combinación de ellas) no se consolidan como alternativas, es posible no sólo que avance una posición dictatorial desde los sectores dominantes, sino que desde los sectores dominantes surjan esfuerzos por tratar de legitimar al régimen a través de una “figura ciudadana” que neutralice el potencial de las alternativas antes señaladas (al menos de las tres primeras, pero acogida por la cuarta) con figuras que tienen cierto prestigio -a pesar de provenir de los sectores dominantes- entre ellos aparecen como potenciales “líderes ciudadanos” Juan Ramón de la Fuente (ex rector de la UNAM), José Narro (actual rector de la UNAM, Armando Ríos Pitter (perredista que rechazó su candidatura el gobierno de Guerrero) y hasta Rafael Moreno Valle (actual gobernador de Puebla, caracterizado por su violencia, puede aparecer como “ciudadano” por haber sido producto de una alianza interpartidaria).

Además, existen otras posiciones que no alcanzan a convertirse en proyectos, pero que por su poder mediático o por manejar un discurso similar a las otras son sobre dimensionadas por algunos. Entre ellas encontramos las siguientes: el Congreso Nacional Ciudadano y #Yosoyautodefensa de Talía Vazquez, José Jacques, el Gral Gallardo, Ernesto Rufo Appel, entre otros, que insisten en derrocar al gobierno. De John Ackerman que convocó el año pasado a un Congreso Popular de corta vida. La de “Mexicanos Unidos” que insiste en una nueva Constitución redactada por ellos mismos que se auto definen como especialistas, Porfirio Martínez y Jorge Montemayor lo encabezan (gracias a los estudios de este último que echan abajo la hipótesis de la cremación de los 43 estudiantes, han logrado posicionarse mediáticamente para hacer más sonada su propuesta). También hay esfuerzos locales que enfatizan la importancia de una nueva Constitución, con un énfasis legalista realizan estudios sobre la Constitución y proponen nuevas leyes, estos son de la Red Totonacapan y del Consejo de Organizaciones Alternativa (COALT). Finalmente, entre estas opciones con poca incidencia social y con la propuesta más consolidada y seria, está el llamado de Cuauhtemoc Cárdenas para que los intelectuales y políticos fundadores del PRD que le respaldan (la mayoría de ellos ya renunció) organicen debates con el movimiento social y líderes sociales para desatar una propuesta de nueva Constitución. Todas estas propuestas contrastan la radicalidad discursiva con la que enfrentan al gobierno con su limitada y casi nula fuerza social. Coinciden en la autoconfianza de sí mismos para ser seguido por la gente gracias a sus brillantes ideas y a su trayectoria política o intelectual. Sus propuestas de Constituyente tienen un restringido enfoque legalista y no explicitan su estrategia para el ejercicio del poder.

VI. Cierre

Por la dimensión de la crisis que enfrentamos (que hemos detallado en la primera parte de este texto) y ante las necesidades de afirmación vital de la sociedad civil y los pueblos, el agotamiento de las formas convencionales de resistencia y lucha es evidente. Si los pueblos no dan una salida a la crisis desde ellos mismos, se impondrá una dictadura cívico militar. Si en cambio, recuperando ese legado histórico que se ha expresado en crisis como las que antecedieron a la Independencia y Revolución, los pueblos desatan su capacidad creadora, emergerá una alternativa de amplio espectro para la refundación nacional.

De modo contradictorio, este momento, el más difícil que ha enfrentado nuestro país, es también en el que más posibilidades de transformación existen. No porque quienes dominan nos hayan abierto hoy un espacio de cambio, sino porque se hace más necesario frenarlos. También porque sus posibilidades de generar consensos y simpatías en quienes han humillado a lo largo de siglos se están agotando al ritmo en que sus márgenes de darle salidas negociadas a la crisis y a sus compromisos con quienes encabezan la ocupación neoliberal se reducen.

Construir una alternativa implica trascender todo esquematismo y dogma que busca, en una disparidad de las “condiciones objetivas y subjetivas”, justificar la inacción o la espera pasiva para un momento que nunca llegará en tanto ninguna revolución llega porque se le espera, sino porque se construye. Posiciones que además encierran un profundo desprecio a la gente y justifican también la incapacidad de quienes luchan para representar los intereses generales y ser pueblo.

En la lucha por salir del desastre se está jugando la vida de todas y todos los que vivimos en México.También de nuestros antepasados y de quienes pudieran en algún momento ser nuestras futuras generaciones. Luchar por la patria -ya lo dijo Martí- es luchar por la Humanidad, ya que es luchar por la porción de humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer. No hay tiempo para luchar más que el presente. Hoy tenemos la posibilidad de abrir un resquicio en el tiempo, de barrer, con un tiempo nuevo y distinto, al tiempo lineal, homogéneo y eterno que naturaliza nuestra opresión y nos invita a renunciar a nuestra liberación.

Y para liberarnos requerimos de estrategias, de definir las vías y de emprender proyectos concretos. Con este texto contribuimos de modo sencillo a esto e insistimos en que es imprescindible vencer. Tenemos que ganar el centro, como sugiere el epígrafe de Cortázar…. Pero el centro podría estar en una casilla lateral, o fuera del tablero.

1 Fue el espacio de la Constituyente Ciudadana y Popular a través de una carta pública encabezada por el obispo de Saltillo Raúl Vera el 7 de octubre de 2014 la primera voz que demandó que era necesaria la renuncia De Aguirre Rivero y de Peña Nieto y que lo que ocurrió en Iguala era un crimen de Estado.

2 El negar que sea un crimen de estado es negar que se trata de algo que viene de las estructuras y no que se trate tan sólo de la acción u omisión de un funcionario público.

3 Así lo afirma Armando Bartra en su artículo “Votar o no votar: ¿he ahí el dilema?” en La Jornada. 8 de febrero de 2015

4 Llamamos reivindicativas a las organizaciones que aspiran de modo restringido a resolver las demandas propias de un reducido grupo o gremio con el que se identifican, no cuestionan al Estado y, más bien, le piden que le resuelva sus demandas.