Ensayando la territorialización de la crisis socio-ambiental en México: construcción colectiva e intercambio de saberes en el 4to campamento de JEN

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*Por Andrea Ancira

Iván entró al aula azul y antes de hablar sobre técnicas de mapeo y sistemas de información geográfica, se presentó y nos compartió un proverbio wixárika que marcó toda mi experiencia del campamento: “sólo entre todos sabemos todos”.

El pasado 4, 5 y 6 de mayo la Escuela Normal de Educación Física (ENEF) del estado de Michoacán acogió a alrededor de 250 jóvenes de varios estados del país para realizar el 4to campamento de Jóvenes ante el desastre y la emergencia nacional (JEN). Esta iniciativa es un espacio de articulación de jóvenes, organizados y no organizados, de aquellos que ya luchan y de los que tienen la inquietud de empezar a luchar; que están interesados en discutir la situación actual del país, en intercambiar experiencias de organización y lucha así como en conocer y profundizar procesos de educación popular y formación política.

Este encuentro dibujó una red de presencias, voluntades y solidaridades que atravesó de punta a punta nuestro país. Asistieron jóvenes y no tan jóvenes de los estados de Chiapas, Morelos, Hidalgo, Durango, Michoacán, San Luis Potosí, Veracruz, Chiapas, Distrito Federal, Coahuila, Estado de México, Jalisco y Baja California. Cada uno con algo qué aportar y con una disposición franca a escuchar a los otros, esto sucedió sobre todo entre los participantes. Incluso, algunos compañeros cuya asistencia parecía ser menos “activa”, se involucraron en mayor o menor medida en el proceso de aprendizaje colectivo que este espacio posibilitó.

Discutir la situación crítica en la que se encuentra México fue el hilo que entrelazó la participación de un abanico diverso y múltiple de personas, organizaciones y luchas. Esta crisis, como lo sostuvo una joven de la comunidad de Alpuyeca en Morelos, preocupa y ocupa a todos aquellos que “defendemos lo único que nos queda, nuestras tierras y nuestra historia”. Yo diría que estas luchas también reivindican la dignidad de los que luchan, la posibilidad de afirmarnos frente a un sistema capitalista que continuamente se resuelve hostil ante nuestras necesidades vitales, separando y destruyendo comunidades enteras, tanto en el campo como en la ciudad. Una de las tareas principales del campamento fue realizar una cartografía colectiva de la devastación socio-ambiental en México que incorporara los saberes de todos los participantes. Si bien la devastación socio-ambiental es una crisis particular, ésta resulta ser la expresión de una crisis estructural y general ligada a un proceso de sobre-acumulación de excedentes y de riquezas materiales desencadenado en nuestro país y a escala planetaria a finales del siglo XX.

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Si bien mi intención era escribir sobre el papel que jugó el tema del agua en las cartografías colectivas presentadas en la plenaria del campamento, la exposición de todas las problemáticas mostró cómo el problema del agua no se puede pensar de manera aislada. La crisis del agua está relacionada con otros fenómenos como por ejemplo la construcción de megaproyectos de la talla del proyecto de ampliación de la autopista de Tepoztlán, o la construcción de gasolineras en Cuautla a unos cuantos metros del pozo brotante que abastece de agua al 80% de esta ciudad; la construcción de proyectos inmobiliarios cuya plancha de concreto no permiten la recarga de los mantos acuíferos como en el Cerro de la tortuga en Tetelpa; la explotación minera a cielo abierto que realizan empresas como Gold Group y Esperanza Silver en múltiples estados de nuestros país erosionando los suelos y despojando a las comunidades del agua de los manantiales, lagos y ríos que milenariamente los han acompañado y abastecido; o la destrucción de bosques por construcciones como la autopista Lerma-Tres Marías. A todo esto habría que sumarle la privatización de la extracción, distribución y cobro del agua en México a través de la cesión al sector privado de servicios municipales, la edificación de plantas de tratamiento de residuales y la expansiva construcción de presas y acueductos. En realidad todos estos problemas están directa o indirectamente ligados a una práctica, cada vez más común en México, de apropiación privada de este y otros recursos naturales. Una práctica de despojo que se ha disfrazado bajo una supuesta estrategia de “ganar-ganar” en la que los que verdaderamente se benefician son las empresas y los gobiernos en turno.

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Este campamento seguramente tuvo múltiples resultados y alcances, no obstante me parece que el más decisivo fue el de mostrar cómo la territorialización a través de la creación de mapas basados en los saberes locales, de cada uno de los proyectos que se desarrollan a lo largo y ancho de todo el país se convierte en una estrategia que permite comprender el sentido de cada uno de éstos y su relación con los demás pero también a anticipar un camino común de lucha y articulación. La última noche del campamento se llevó a cabo una actividad cultural que estuvo a cargo de los compañeros del Consejo Coordinador Obrero Popular, la organización ocupa popular más grande de Durango, quienes a través de un lenguaje lúdico reafirmaron lo mismo que se reflexionó en todas las mesas de trabajo durante el fin de semana. Al ritmo de la Paloma Juarista todos los participantes nos pronunciamos en contra del despojo y la injusticia de la que históricamente hemos sido parte.

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